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La Denominación de Origen Gran Canaria por Rafael Ansón

Es evidente que la oferta gastronómica de las Islas Canarias es extraordinaria.

En este artículo voy a centrarme en Las Palmas de Gran Canaria, concretamente en sus alimentos y bebidas, especialmente, en los no perecederos. La Comunidad Autónoma cuenta con muy diversas Denominaciones de Origen, como las mieles, la papa antigua o el gofio. La isla de Gran Canaria acoge dos importantes Denominaciones, la de Gran Canaria, que reúne los vinos, y la de Queso de Flor de Guía, Queso Media Flor de Guía y Queso de Guía.

La primera tiene una dilatada historia, pues primero se dividía en la de Monte Lentiscal (que amparaba aquellos vinos de la zona de Tafira) y la que recogía los del resto de la isla. Ahora, bajo la D.O. Gran Canaria, se ponen en valor unos vinos tranquilos, tintos, blancos y dulces, cuyas vides crecen sobre picón (lapilli, pequeñas rocas volcánicas que retienen la humedad, protegen del sol y evitan las malas hierbas). Las uvas listán, baboso, vijariego negro, tintilla, malvasía o moscatel son solo el producto para la elaboración de vinos tan destacables como los que pude probar en mi última visita: Los Berrazales, La Higuera Mayor, Vega de Galdar, Plaza Perdida, La Vica, Monte de Bandama o Rincón de Guiniguada.

Les animo a probar cada uno de ellos y es que esta isla todavía tiene mucho vino que ofrecer y siguen creciendo y apostando por la calidad.

Sin ir más lejos, en la pasada vendimia se produjo el primer crianza de Gran Canaria y segundo para la bodega Bentayga, el Agala Crianza, de tintilla y vijariego, 12 meses de barrica, que también tuve el placer de degustar.

Quisiera resaltar, además, que Las Islas Canarias ofrecen una singularidad de pescados y mariscos, prácticamente única en Europa. Proceden del Atlántico abierto, de un espacio verdaderamente singular que da lugar a productos tan originales o diferentes como la vieja, el cherne, la gamba de Mogán y muchos pescados con nombres idénticos a los de la Península pero que varían extraordinariamente, tal y como ocurre entre los peces del Cantábrico y los del Mediterráneo. En este caso, se trata de un mar distinto que, naturalmente, da lugar a especies aparentemente iguales pero que varían en textura y en sabor.

Es muy importante destacar esta singularidad gastronómica de Canarias porque, en el fondo, está dando lugar a que aparezcan nuevos restaurantes, nuevos espacios gastronómicos que, siendo creativos e innovadores, recuerdan siempre a las islas porque utilizan la materia prima de lo que ofrecen las tierras y los mares de Canarias.

En los próximos meses, se publicará un libro, primero online y luego impreso, sobre La Alta Cocina Canaria.

Rafael Ansón

Hace unos años, eso era impensable, pero poco a poco, los restaurantes de Canarias han ido evolucionando, hasta conseguir que en la actualidad y, solo en Las Palmas de Gran Canaria, haya cinco artistas de la cocina que hay que conocer y que merecen la pena el viaje, y un artista consagrado, José Rojano.

Se trata de Thomas Leeb (Thomas Algo?, dos soles Repsol), Joaquín Espejo (Moorea, dos soles Repsol), Esteban Gómez (La Pitera), Jennise Ferrari Barboza y Mario Rodriguez Ureña (Qué Leche!) y Juan Santiago del Hotel Escuela Santa Brígida.

Y como detrás de cualquier proyecto, de cualquier iniciativa que tenga posibilidades de convertirse en realidad, siempre hay personas concretas, no puedo dejar de elogiar a Vanessa Santana, Gerente de la D.O. Gran Canaria.

También, a María Castillo, Secretaria General del Círculo Cultural Canario que preside Johnny Benítez de Lugo, Presidente también del Gabinete Literario.

Y sin duda, a Miguel Escudero, Presidente de la Academia de Gastronomía de Las Palmas de Gran Canaria, a Mario Romero, uno de los grandes empresarios turísticos de las islas, y a Javier Guerrero, presidente del Círculo Canario de Promoción de la Gastronomía y el Turismo de Calidad.