Descorche oficial de los Vinos de Gran Canaria 2017

A las ocho y diez minutos de la tarde de este lunes 18 de mayo de 2018, Luis López, presidente de la Denominación de Origen Gran Canaria, descorchaba la primera botella de la cosecha 2017, y dos minutos más tarde, con el fondo de la copa ya de color bermejo, el presidente del Cabildo, Antonio Morales con el consejero insular de Soberanía Alimentaria, Miguel Hidalgo, brindaban por unos caldos que, según el responsable de la corporación, «van por la senda del buen vino».

El acto oficial del descorche se escenificó en el patio de la Casa Palacio, como una forma de agrupar en la sede del gobierno insular una artesanía agrícola que va a más, y que maridada con los quesos y los frutos de mar y tierra, como llegó a resumir Morales, están dejando muy atrás el tópico de un archipiélago que hasta antier era monopolio del sol y playa.

Quizá por ganas de catar la golosina, o porque coincidieron en día y hora un gremio que ha pasado en 20 de años de caber en una barrica a ocupar toda una bodega, el caso es que el patio se quedó corto, y más corta aún la zona de catas propiamente dicha en la que no cabía una copa más. Esto después de una hora en la que también hubo momentos para la lírica, de rememorar las producciones tempranas de los primeros siglos de la Canarias conquistada que pasaron a convertir al archipiélago en un Jauja de vides narrado en la literatura y la mística de un Baco buscando pasaje rián al El Monte.

Antes de que el sacacorchos se enrocara por la boca y el cuello de la primera botella se sucedieron varias partes principales. La discursiva, en la que el gobierno insular pasa revista a la caterva de ferias, cuando no la de la fresa, la del producto ecológico, para subrayar su apuesta por el sector primario como forma de crear paisaje, conservar tradiciones, preservar Naturaleza y acercarse a la soberanía alimentaria; la del homenaje, que en esta ocasión recayó en Marcelo, nombre de guerra de Santiago Robaina León creador de la bodega Plaza Perdida, cofundador de la Asociación de Viticultores de Monte Lentiscal en 1994 y vocal de la Denominación de Origen de Monte Lentiscal desde su creación en 1999 hasta 2005, que fue cuando se integró en la Denominación de Origen de Gran Canaria en la que desempeña el mismo cargo desde entonces; y la de la entrega de los importantes certificados de calidad por implantar el sistema con la Norma ISO 9001 a las bodegas Berrazales, Bentayga, Frontón de Oro y Las Tirajanas.

Pero, ¿y está bueno el vino? El caso es que a criterio del presidente del comité de cata de la Denominación de Origen de Vinos de Gran Canaria, José Juan Martín, al parecer se recordarán incluso en el 2047. Y es que Martín tiró de ficción para describir la obra del potente sol, el viento e incluso la sequía de una añada que ha compuesto una sinfonía de regustos.

Imaginó el catador a una supuesta Inés Trujillo que nace en el año del Señor de 2017 y que 30 años después, heredera de la tradición vinícola de su familia, le recuerdan que el año de su llegada al mundo las fuertes temperaturas, «obligaron adelantar la vendimia, pero a la vez protegieron a los viñedos de las plagas y le dieron a las uvas una mayor concentración de aromas, azúcares -ideal para la elaboración de blancos dulces, semidulces y semisecos-, y un nivel de acidez sorprendente. Y eso fue lo que hicieron los caldos, según Martín, sorprender a los asistentes al evento en el patio del Cabildo».

Esto en calidad, porque en cantidad hablan las cifras. En estos momentos bajo la Denominación de Origen Vinos de Gran Canaria se agrupan 71 bodegas, de las que 46 son embotelladoras, con 310 viticultores inscritos y 235 hectáreas cultivadas.

Santa Brígida, con 54 hectáreas y Las Palmas de Gran Canaria, con 50, son los dos municipios con más superficie cultivada de la isla. Y pese a ser el tercer municipio en hectáreas cultivadas, San Mateo fue este pasado año el que más kilos cosechó, con 146.000 kilos, seguido por Santa Brígida, con 86.000.

Tras el recuento, los homenajes, e incluso la actuación de entrante a cargo del timplista Derque Martín Cruz y el pianista Abel Díaz Armas en el piano -que ofrecieron un mixturado de La negra Tomasa y La tía Tula-, se entró en materia propiamente dicha, echando en boca los caldos de Plaza Perdida, La Vica, Higuera Mayor, Señorío de Agüimes, Bentayga, Lava y Las Tirajanas, Frontón de Oro, La Montaña, Berrazales, Mogarén, Tunte, Rincón del Güiniguada, Finca el Troncón, Los Hoyos, Peña Rajada, La Caldera, Señorío de Cabrera, Más Vino para Hablar, El Troncón, Cuenca de Camareta, Hinojo, El Capón y Eidan.